15 de abril de 2009

A propósito de LFC y algo sobre el León no es como lo pintan… es argentino

Los Fabulosos Cadillacs se presentaron en el Palacio de los deportes el día de ayer y ahí estuve muy feliz yo… y es que debo decir que el concierto Satánico Pop Tour, que los trajo de regreso al Foro sol, en noviembre del año pasado ha sido memorable, y supongo que por la buena respuesta de su seguidores regresaron pronto… -pero bueno-, regreso al día de ayer, resulta que esta vez si me alcanzó para comprar "mejores” boletos, (aquellos a un pie del escenario, mi acceso directo a ellos, mi lugar frente a Vicentico, Señor Flavio, Sergio, Fernando y todos ellos que a la Luz del ritmo me hacen brincar cual chapulín contento de felicidad, regocijo rítmico y harto gusto) aun y cuando ya tenía los boletos llegue cinco horas antes por pura precaución, sorpresa que tuve cuando veo que al menos 150 personas ya estaban ahí, formados ellos, con la misma intención que yo, mi decepción fue momentánea porque no perdí la esperanza de estar ahí tomada de la valla que divide -lo inalcanzable-… en punto de las cinco de la tarde y faltando cuatro horas para el concierto abrieron las puertas, vi a los 150 caminar en fila y una vez pasado el filtro de entrada correr y correr, mientras tanto yo luchaba con el aparato detector de metal, que pa’ mi buena suerte sonó a mi paso- algunos minutos después- yo en segunda fila, no era tan malo…

Al ver el recinto vacío, salvo por los precavidos -como yo- que estábamos ahí, faltando ya solamente cuatro horas para el inicio del concierto, pensé… ¿Por qué quería la primera fila?-me gusta su música- pero qué me provocó la necesidad de verlos a corta distancia- que me tenía ahí esperando por tantas horas- y es que nunca hice eso cuando fui adolescente es mas en esos entonces me parecía innecesario -, de algún modo en ese momento la búsqueda de identidad y el sentido de pertenencia te lleva a esos locos impulsos y muchos otros, pero yo ya hace muchos años que debí superarlo… busque respuestas –no las encontré-, y entre caras de suma satisfacción, otras con amplias expectativas y otras solo esperando el momento en el que se apagaran la luces y escuchar los primeros acordes, -seguí esperando-

Hasta que tras la manta iluminada… estaban ellos… ♫ el león está escondido en el callejón y sabe bien lo que le va a pasar entonces saca su revólver y va a disparar ♫ (ujuuuuuuuu)… en ese momento ya no importó la primera o la segunda fila –estaba ahí- emocionada y feliz… por más de dos horas canté, brinqué, grité y cual gladiador aguante los empujones y golpes de la multitud… y es que su música, tiene eso que contagia de euforia, tiene esos recuerdos de irreverencia, despreocupación y libertad, tiene eso que los hace ser una agrupación que trascendió varias generaciones ya, y yo desde la segunda fila fui testigo de la gran vibra de Flavio, la personalidad bárbara de Sergio y lo fregón que es con su saxofón… y que decir de la magia de Vicentico con esa arrogancia soslayada por un tono de voz pausado y seguro, y su mirada calculadora, ante eso quede embriagada, embelesada, tirada en la lona… simplemente un efecto brutal que ha hecho que los moretones causados entre la afluencia sean el recuerdo de una larga noche, desde la segunda fila de uno de los mejores conciertos por mucho… Fabulosos.


Tengo una extraña debilidad por el ADN argentino que me hace tenerle admiración y cariño a ese país (Jorge Luís Borges, Gustavo Cerati, Quino y Mafalda, Les Luthiers, Fito Páez , Calamaro, Los pericos y Maradona por mencionar algunos), no sé que sea, (¿será que la versión del príncipe lejano de un psicólogo reconocido como Jose Martín sea posible?) sólo sé que debo aclarar que mi aprecio por lo que produce el país del mito del egocentrismo carismático no tiene relación alguna con un malinchismo exacerbado de mi parte… solo encuentro en ellos un "nosequequeseyo".

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